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La visión beatífica (del latín beatus = "feliz") es, dentro de la concepción doctrinal de la mística cristiana, un privilegio divino que consiste en el conocimiento inmediato de Dios. Este privilegio lo tienen los ángeles y las almas de los justos. Según se cree Jesús conservó la visión beatífica durante su estancia en la Tierra.
Está en directa relación con la creencia en la Theosis tanto en la Iglesia católica como en las Ortodoxas.
Según la teología católica, los justos en el Cielo o Paraíso gozarán el poder ver a Dios. La visión de la esencia divina y la fruición de ella suprime en ellos los actos de Fe y Esperanza, y continuará hasta la Eternidad.
El papa Juan XXII generó gran controversia al afirmar que los justos no tendrían la visión beatífica hasta el día del Juicio Final. Su sucesor, Benedicto XII, promulgó en 1336 la bula Benedictus Deus en la que fijó oficialmente la doctrina católica sobre la visión beatífica, según la cual los fallecidos en gracia de Dios gozan de su visión hasta el Juicio Final.
La noción de visión hace hincapié en el componente intelectual de la salvación, aunque abarca toda la experiencia humana de alegría, felicidad que proviene de ver a Dios finalmente cara a cara y no imperfectamente a través de la fe.[1][2][3]
Está relacionado con la creencia de la Católica y de la Ortodoxia bizantina en la teosis,[4][5] la noción wesleyana de la perfección cristiana,[6] y se ve en la mayoría de las denominaciones eclesiásticas, si no en todas, como la recompensa para los cristianos en la otra vida.[7]